viernes, 10 de octubre de 2014

El teatro expresionista de Valle Inclán

 Magdalena Cabassi
El teatro expresionista de Valle Inclán


El teatro del S. XIX no lograba una identificación con los temas y formas de vida de la sociedad y de la cultura. A medida que el teatro se aproximaba más a los temas reales, parecía que se alejaba más el público de la representación. Ellos mostraban una total indiferencia por la representación, sólo miraban  en escenas con anagnórisis ruidosas (que era cosa frecuente en las obras). Había un predominio del texto, y la creación dramática se acercaba más al género narrativo (actores convertidos en recitadores).
En el último tercio del S. XIX y durante los primeros años del S. XX comienzan a aparecer novedades en el texto y en la representación dramática que los alejan de las formas miméticas y de las aproximaciones al género narrativo.

Causas generales de los cambios:
Valoración de los signos no- lingüísticos del escenario: descubrimiento de la luz eléctrica. Aparecen los primeros planos. Condiciona directamente la expresión en el cine y en la televisión. La iluminación en primer plano impone una lectura determinada, donde aparece la iniciativa  del director de escena que ofrece una lectura selectiva de cada plano en el escenario. También aparece la luz como recurso sintáctico, estableciendo relaciones  de coordinación entre varios objetos o entre varios personajes. A su vez, tiene valores semánticos, como la luz difusa que puede expresar una situación de nostalgia. Y se inicia así una etapa de experimentación, no sólo con la luz sino con otros signos también.
Las relaciones dialécticas entre el texto y el espectáculo teatral son complementarias. El S. XX aparece un cambio en la concepción filosófica de la persona humana. Los signos externos remiten a un modo de ser, a una realidad psíquica, interior.
El realismo literario es un proceso ficcional como el idealismo, sólo que mantiene la verosimilitud. Hay una diferencia notable entre la mirada semántica del expresionismo, que se limita a señalar reiteradamente los mismos rasgos (esenciales para definir al personaje) y la mirada semántica del realismo que acumula rasgos con afán informativo más que definidor.
El teatro de tendencia psicológica (psjs. En una estructura maniqueísta) tropieza en 1900 con la tesis de Freud al descubrir la complejidad de la persona.
La actitud anterior privilegiaba al texto, la siguiente, a los signos no- lingüísticos (rechaza la palabra como anti-teatral).
El Simbolismo consideraba la representación como un atentado a la libertad de imaginación del espectador.
El expresionismo encuentra su marco de explicación en algunos de los rasgos más destacados de algunas de las obras de Valle Inclán. Trabaja con un ambiente de crisis, de revisión de valores estéticos y sociales, de experimentación, polémico en todos sus aspectos. Valle destaca el uso especial de la luz, la fragmentación de las escenas, la caricatura en los personajes, etc.







Principales rasgos expresionistas:
*Oposición radical al realismo: se sustituye el mundo de la realidad objetiva por el mundo de la imaginación subjetiva (mundo onírico). Cambia el tratamiento del tiempo y del espacio (son mentales). La acción progresa en escenas que no siguen un esquema lógico causal- temporal, sino que se desenvuelven en planos en los que el tiempo no resulta significativo. Aparece una crítica social profunda, abstrayendo y deformando la realidad, utiliza poco la anécdota y suele darle un sentido simbólico. Llega a lo grotesco y disloca lo real. A su vez, el teatro expresionista ofrece visiones vagas de ensueño, sueños y divagación no racional.

*Nuevo modo de construir el montaje de acciones y personajes: Texto que busca tipos más que individuos, donde tiende a evitar los nombres propios y a denominarlos con nombres comunes. Borra los rasgos personales con un maquillaje violento que inmovilice el gesto. Personajes que son investimiento de ideas. Valle Inclán varía desde el drama rural hasta los esperpentos.

*Texto espectacular exigido por la escenografía cambiante: Decoración que tienda al simbolismo, personajes que reciten su papel como marionetas y cuyos movimientos sean más o menos rituales. El uso funcional y semántico de la luz resulta fundamental en la representación expresionista.

*La unidad bajo la diversidad: Búsqueda de la unidad de todos los signos que en un momento dado están en la escena. La obra nunca es el resultado de la suma mecánica de sus partes, sino que es un conjunto de elementos dinámicos cuyo montaje textual realiza el autor, mientras que el montaje interpretativo lo realiza el lector.

El teatro expresionista busca la unidad bajo las recurrencias funcionales, bajo la diversidad anecdótica, es decir, a lo largo de la obra en un sentido horizontal, pero también la busca en un sentido vertical, por la concurrencia de los signos que se encuentran en escena (luces, música, etc.).  El expresionismo simplifica los elementos, parte de lo real, degrada. Con esto, se ve el cambio en el teatro, donde antes todo se lo dejaban a la palabra convirtiendo a los actores en recitadores. Y aparece un argumento no cerrado, sino que el espectador dispone de indicios, señales, símbolos para enterarse de lo que pasa. El teatro expresionista destaca pocos rasgos, los intensifica aislándolos de otros y los propone como esenciales y válidos para definir a todo personaje caricaturizándolo.
A diferencia del realismo, el expresionismo utiliza otros medios que son más sutiles, eficaces y significativos. Éste no describe a sus personajes con líneas directas, pero mediante los contrastes de luces y sombras, o en relación al marco de referencias sociales de que se dispone, cobran un sentido propio y profundo. Los signos verbales son escuetos, pero la obra deja entrar en proporción cada vez mayor a los no- verbales.


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