viernes, 10 de octubre de 2014

La Primavera de Botticelli - Análisis


Magdalena Cabassi

Título: La Primavera de Sandro Botticelli

Datos sobre la imagen pictórica trabajada: Pintor Sandro Botticelli, La Primavera,  año 1477-1482, estilo artístico Renacimiento, técnica pictórica Temple sobre tabla, longitud 203 cm, anchura 314 cm.

Análisis superficial de La Primavera de Sandro Botticelli

En la pintura de Botticelli podemos observar a grandes rasgos varias figuras, como la de Mercurio, representada a la izquierda de la pintura,  a la derecha las tres gracias, en el centro de la misma se encuentra Venus mostrando que es la figura central, sobre la cabeza de la misma está cupido, siguiendo para la derecha se encuentra Flora, única del grupo que mira directamente al observador, y finalizando podemos ver a la ninfa Cloris junto a Céfiro. Tiene un tono de narración situada fuera del tiempo real. Se presenta una atmósfera de fábula mitológica en la que se celebra una especie de rito pagano. Rompe con la pintura religiosa cristiana al ilustrar un rito pagano de primavera. La composición participa del fondo arbolado, con un bosque ordenado y vertical para servir de fondo. Mientras, la parte derecha está hecha de árboles doblados por el viento o por la fuerza creadora. En suelo es una capa de hierba muy oscura en la que están detalladas flores típicamente toscanas que aparecen en el mes de mayo.

 

Análisis concreto de dicha obra.

La figura de Mercurio nombrada anteriormente, representa al dios identificado por los calzados con alas y por el caduceo usado para separar serpientes y hacer la paz, con su yelmo y su espada, parece claramente el guardián del jardín de Venus. Estira la mano para tocar las nubes con su caduceo para dispersar la niebla. Mira hacia el cielo, lo cual se interpreta como unión con el más allá. Mercurio sería intermediario entre los hombres y los dioses, pero también el dios de los comerciantes. Viste ligeramente con un manto rojo cubierto de llamas, que cae de forma muy asimétrica, lo cual se consideraba un rasgo típico de la Antigüedad y ya era una indicación de que se estaba representando una escena mítica. A su vez se encuentran las tres Gracias, servidoras de Venus, dedicadas a una graciosa danza, están representadas como tres jóvenes casi desnudas y luciendo peinados elaborados y diversos. El cabello suelto sólo podían llevarlo las jóvenes solteras. Se las ha llamado Gracias porque de esa forma, danzando en corro, se las representó en el arte grecorromano. La hipótesis más acreditada referente a las tres jóvenes que bailan, que representan a las tres Gracias, es que la de la izquierda, de cabellos rebeldes, la Voluptuosidad, la central, de mirada melancólica y de actitud introvertida, la Castidad, la de la derecha, con un collar que sostiene un colgante y del velo sutil que le cubre los cabellos, la Belleza. Venus, se encuentra en el centro del cuadro y sirve de eje a la composición, volviendo ligeramente la espalda al resto de figuras. En torno a su cabeza se aclara la arboleda, formando una especie de aureola. Está representada como una Madona, con el cabello cubierto por cofia y velo, como una mujer casada. Viste una camisa larga y, por encima, vestido y manto, que cae de forma asimétrica, como el de Mercurio. El vientre prominente era considerado gracioso, y un signo de elegancia era colocar la mano sobre una tela, para evidenciar su belleza. Es el centro no sólo físico sino también moral de la obra. Cupido vuela sobre la cabeza de la figura central, se dedica a lanzar dardos hacia una de las Gracias. Flora es la única del grupo que mira directamente al observador y parece que intenta esparcir sus flores por el exterior de la escena. Se destaca también por su sonrisa, pues es infrecuente en la pintura renacentista, en particular en Botticelli, cuyas mujeres están siempre serias, abstraídas. De la boca de la ninfa Cloris salen las flores primaverales que Flora recoge en su vestido transparente. Y por último, Céfiro, dios del viento benigno representado con colores fríos mientras busca el amor de la ninfa. Sopla la dulce brisa que hace posible la primavera.
Botticelli opta aquí por un formato monumental, con figuras de tamaño natural, y lo compagina con una gran atención al detalle. Esto puede verse en las diversas piezas de orfebrería, representadas minuciosamente, como el casco y la empuñadura de la espada de Mercurio o las cadenas y los broches de las Gracias. Las figuras son de elevada estatura, delgadas, ligeramente alargadas, muy idealizadas, cuyos cuerpos a veces parecen artificiosamente estirados y presagian el estilo elegante y cortés del manierismo del siglo XVI. Estas se destacan contra el fondo por la claridad de su piel y sus ropajes, de colores claros e incluso transparentes. Los personajes se sitúan en un paisaje de naranjos, árboles tradicionalmente relacionados con la familia Médicis. No obstante, hay quien apunta a que son en realidad mandarinas, cuyo nombre clásico, medica mala, aludiría a los Médici. En suelo es una capa de hierba muy oscura en la que están detalladas flores típicamente toscanas que aparecen en el mes de mayo. Se puede considerar esta pintura como una alegoría del reino de Venus, interpretada según la filosofía neoplatónica: Venus = Humanitas, es decir, unidad, armonía, entre naturaleza y civilización. Hay quien ha vista una alegoría del amor entre Juliano de Médicis y Simonetta Cattaneo Vespucci, o de la muerte de ésta el 1476. Incluso se puede ver la representación de los meses, desde el febrero (Céfiro) a septiembre (Mercurio). Se trata de una pintura muy sugestiva en la que elementos incluso eróticos (Céfiro persiguiendo a Flora) se elevan hacia una espiritualidad refinada, melancólica, como en las Gracias desnudas bajo sus velos. Desaparece la perspectiva como estructura del espacio, la luz como realidad física, la búsqueda de la masa y del volumen como concreción de las cosas y del espacio. Por ello la falta de perspectiva del alineamiento de los troncos paralelos o el bordado de hojas sobre el fondo de Primavera.

Relación de la obra con el contexto histórico


Es una obra impregnada de cultura humanística y neoplatónica de la corte de Lorenzo el Magnífico. Marca el principio de la crisis de la cultura florentina de finales del siglo XV, es la crisis de la fe en el hombre y en su poder absoluto.
Botticelli, Sandro fue uno de los pintores más destacados del renacimiento florentino. Desarrolló un estilo personal, caracterizado por la elegancia de su trazo, su carácter melancólico y la fuerza expresiva de sus líneas.
Renacimiento es el nombre dado al amplio movimiento de revitalización cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes aunque también se produjo la renovación en la literatura y las ciencias, tanto naturales como humanas.
El nombre Renacimiento se utilizó porque éste retomó los elementos de la cultura clásica. Además este término simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de estancamiento causado por la mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media. El Renacimiento planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por las artes, la política y las ciencias, cambiando el teocentrismo medieval, por el antropocentrismo renacentista. El desmembramiento de la cristiandad y el desarrollo de los nacionalismos, la introducción de la imprenta, entre 1460 y 1480, y la consiguiente difusión de la cultura fueron de la mano, potenciándose mutuamente, con la revolución operada en el mundo de las ideas. El artista tomó conciencia de individuo con valor y personalidad propios, se vio atraído por el saber y comenzó a estudiar los modelos de la antigüedad clásica a la vez que investigaba las técnicas del claroscuro, las formas de representar la perspectiva, y el mundo natural; especialmente la anatomía humana y las técnicas de construcción arquitectónica. Artistas conmovidos por la imagen de la Antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas, pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva sensibilidad humanística. Todo esto formó parte del renacimiento en las artes en Italia.

Se suele decir que el Arte Barroco (primera mitad del siglo XVI) es el arte de la Contrarreforma. Para reaccionar contra la severidad e iconoclasta del Protestantismo, la Iglesia Católica alentó la edificación de templos con profusión de escultura. También dirigió a los artistas a alejarse de los temas paganos que tanta aceptación tuvieron durante el Renacimiento, así como evitar los desnudos y las escenas escandalosas. Tanto en las artes visuales como en la música, la influencia de la Iglesia sobre los artistas iba dirigida a emocionar y enardecer la devoción mediante estímulos psicológicos. Estas normas aparentemente conservadoras y austeras derivaron, sin embargo, en este arte suntuoso y recargado que llamamos Barroco.

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