Magdalena Cabassi
Título: La Primavera de Sandro Botticelli
Datos sobre la imagen pictórica trabajada: Pintor Sandro Botticelli, La Primavera, año 1477-1482, estilo artístico Renacimiento, técnica pictórica Temple sobre tabla, longitud 203 cm, anchura 314 cm.
Análisis
superficial de La Primavera de Sandro
Botticelli
En la pintura de Botticelli podemos observar a
grandes rasgos varias figuras, como la de Mercurio, representada a la izquierda
de la pintura, a la derecha las tres
gracias, en el centro de la misma se encuentra Venus mostrando que es la figura
central, sobre la cabeza de la misma está cupido, siguiendo para la derecha se
encuentra Flora, única del grupo que mira directamente al observador, y
finalizando podemos ver a la ninfa Cloris junto a Céfiro. Tiene un tono de
narración situada fuera del tiempo real. Se presenta una atmósfera de fábula mitológica en la que se celebra una especie
de rito pagano. Rompe con la pintura religiosa
cristiana al ilustrar un rito pagano de primavera. La composición participa del
fondo arbolado, con un bosque ordenado y vertical para servir de fondo.
Mientras, la parte derecha está hecha de árboles doblados por el viento o por
la fuerza creadora. En suelo es una capa de hierba muy oscura en la que están
detalladas flores típicamente toscanas que aparecen
en el mes de mayo.
Análisis concreto
de dicha obra.
La figura de Mercurio nombrada anteriormente, representa al dios
identificado por los calzados con alas y por el caduceo usado para separar serpientes y
hacer la paz, con su yelmo y su espada, parece claramente el guardián del
jardín de Venus. Estira la mano para tocar las nubes con su caduceo para
dispersar la niebla. Mira hacia el cielo, lo cual se interpreta como unión con
el más allá. Mercurio sería intermediario entre los hombres y los dioses, pero
también el dios de los comerciantes. Viste ligeramente con un manto rojo
cubierto de llamas, que cae de forma muy asimétrica, lo cual se consideraba un
rasgo típico de la Antigüedad y ya era una indicación de que se estaba
representando una escena mítica. A su vez se encuentran las tres Gracias, servidoras de Venus,
dedicadas a una graciosa danza, están representadas como tres jóvenes casi
desnudas y luciendo peinados elaborados y diversos. El cabello suelto sólo
podían llevarlo las jóvenes solteras. Se las ha llamado Gracias porque de esa
forma, danzando en corro, se las representó en el arte grecorromano. La
hipótesis más acreditada referente a las tres jóvenes que bailan, que
representan a las tres Gracias, es que la de
la izquierda, de cabellos rebeldes, la Voluptuosidad, la central, de mirada
melancólica y de actitud introvertida, la Castidad, la de la derecha, con un
collar que sostiene un colgante y del velo sutil que le cubre los cabellos, la
Belleza. Venus, se encuentra en el centro del cuadro y sirve de eje a la
composición, volviendo ligeramente la espalda al resto de figuras. En torno a
su cabeza se aclara la arboleda, formando una especie de aureola. Está
representada como una Madona, con el cabello cubierto por cofia y velo,
como una mujer casada. Viste una camisa larga y, por encima, vestido y manto,
que cae de forma asimétrica, como el de Mercurio. El vientre prominente era
considerado gracioso, y un signo de elegancia era colocar la mano sobre una
tela, para evidenciar su belleza. Es el centro no sólo físico sino también
moral de la obra. Cupido vuela sobre la cabeza de la figura central, se dedica
a lanzar dardos hacia una de las Gracias. Flora es la única del grupo que mira
directamente al observador y parece que intenta esparcir sus flores por el
exterior de la escena. Se destaca también por su sonrisa, pues es infrecuente
en la pintura
renacentista, en particular en Botticelli, cuyas mujeres están
siempre serias, abstraídas. De la boca de la ninfa Cloris salen las flores
primaverales que Flora recoge en su vestido transparente. Y por último, Céfiro,
dios del viento benigno representado con colores fríos mientras busca el amor
de la ninfa. Sopla la dulce brisa que hace posible la primavera.
Botticelli opta aquí por un formato monumental,
con figuras de tamaño natural, y lo compagina con una gran atención al detalle.
Esto puede verse en las diversas piezas de orfebrería, representadas minuciosamente,
como el casco y la empuñadura de la espada de Mercurio o las cadenas y los
broches de las Gracias. Las figuras son de elevada estatura, delgadas,
ligeramente alargadas, muy idealizadas, cuyos cuerpos a veces parecen
artificiosamente estirados y presagian el estilo elegante y cortés del manierismo del siglo XVI. Estas se destacan contra el
fondo por la claridad de su piel y sus ropajes, de colores claros e incluso
transparentes. Los personajes se sitúan en un paisaje de naranjos, árboles tradicionalmente
relacionados con la familia Médicis. No obstante,
hay quien apunta a que son en realidad mandarinas, cuyo nombre clásico, medica
mala, aludiría a los Médici. En suelo es una capa de hierba muy oscura en
la que están detalladas flores típicamente toscanas que aparecen en el mes de mayo. Se
puede considerar esta pintura como una alegoría del reino de Venus,
interpretada según la filosofía neoplatónica: Venus = Humanitas, es decir,
unidad, armonía, entre naturaleza y civilización. Hay quien ha vista una
alegoría del amor entre Juliano de Médicis y Simonetta Cattaneo Vespucci, o de
la muerte de ésta el 1476. Incluso se puede ver la representación de los meses,
desde el febrero (Céfiro) a septiembre (Mercurio). Se trata de una pintura muy
sugestiva en la que elementos incluso eróticos (Céfiro persiguiendo a Flora) se
elevan hacia una espiritualidad refinada, melancólica, como en las Gracias
desnudas bajo sus velos. Desaparece la perspectiva como estructura del espacio,
la luz como realidad física, la búsqueda de la masa y del volumen como
concreción de las cosas y del espacio. Por ello la falta de perspectiva del
alineamiento de los troncos paralelos o el bordado de hojas sobre el fondo de
Primavera.
Relación de la obra con el contexto histórico
Es una obra impregnada de cultura humanística y
neoplatónica de la corte de Lorenzo el
Magnífico. Marca el principio de la crisis de la cultura florentina
de finales del siglo XV, es la crisis de la fe en el hombre y en su poder
absoluto.
Botticelli, Sandro fue uno de los pintores más destacados del
renacimiento florentino. Desarrolló un estilo personal, caracterizado por la
elegancia de su trazo, su carácter melancólico y la fuerza expresiva de sus
líneas.
Renacimiento
es el nombre dado al amplio movimiento de revitalización cultural que se
produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan
en el campo de las artes aunque también se produjo la renovación en la literatura
y las ciencias, tanto naturales como humanas.
El nombre Renacimiento se utilizó porque
éste retomó los elementos de la cultura
clásica. Además este término simboliza la reactivación del conocimiento
y el progreso tras siglos de estancamiento causado por la mentalidad dogmática
establecida en la Europa de la Edad Media. El
Renacimiento planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el
interés por las artes, la política y las ciencias, cambiando el teocentrismo
medieval, por el antropocentrismo renacentista. El desmembramiento de la
cristiandad y el desarrollo de los nacionalismos, la introducción de la imprenta, entre 1460
y 1480, y la consiguiente difusión de la
cultura fueron de la mano, potenciándose mutuamente, con la revolución operada
en el mundo de las ideas. El artista tomó conciencia de individuo con valor y
personalidad propios, se vio atraído por el saber y comenzó a estudiar los
modelos de la antigüedad clásica a la vez que investigaba las técnicas del
claroscuro, las formas de representar la perspectiva, y el mundo natural;
especialmente la anatomía humana y las
técnicas de construcción arquitectónica. Artistas conmovidos por la imagen de
la Antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas,
pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva sensibilidad
humanística. Todo esto formó parte del renacimiento
en las artes en Italia.
Se suele decir que el Arte
Barroco (primera mitad del siglo XVI) es el
arte de la Contrarreforma. Para reaccionar contra la severidad e iconoclasta
del Protestantismo, la Iglesia Católica alentó la edificación de templos con
profusión de escultura. También dirigió a los artistas a alejarse de los temas
paganos que tanta aceptación tuvieron durante el Renacimiento, así como evitar
los desnudos y las escenas escandalosas. Tanto en las artes visuales como en la
música, la influencia de la Iglesia sobre los artistas iba dirigida a emocionar
y enardecer la devoción mediante estímulos psicológicos. Estas normas
aparentemente conservadoras y austeras derivaron, sin embargo, en este arte
suntuoso y recargado que llamamos Barroco.
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