Magdalena Cabassi
"La tempestad"
“La tempestad” de Williams
Shakespeare, presenta varios personajes que representan las subjetividades de
la época, sobre todo, en el protagonista, Próspero. Foucault plantea la
escisión entre el orden antiguo y el orden moderno, un quiebre entre el
clasicismo y la modernidad. Se refiere a la primera lengua, como un puente
entre la cosa y la palabra. Cree que el ordenamiento es anterior a las
palabras, hablando de un orden mayor, un orden que lo abarca todo, al cual
llama episteme. Con esto, Foucault estudia las formaciones discursivas, el
concepto de la palabra y no la palabra en sí, realizando un entramado de
relaciones que posibilitan un mundo y no otro.
En “La tempestad” de Shakespeare, podemos ver que la episteme se sitúa
entre la época clásica y la época moderna, en un pasaje del Humanismo. Podemos
situar a Shakespeare en el Renacimiento, pero dicho autor, en sus obras, trata
sobre temas universales, y esto lo situaría como un pensador moderno. A su vez,
el relato de la obra trata del naufragio del rey de Nápoles, momento ubicado en
la época medieval. Foucault dice: “De este modo, el análisis ha podido mostrar
la coherencia que existió, todo a lo largo de la época clásica, entre la teoría
de la representación y las del lenguaje, los órdenes naturales, la riqueza y el
valor.”[1] Diferenciando a la
época clásica, el autor describe a la época moderna, como una época en donde
desaparece la teoría de la representación, desvaneciéndose el lenguaje, aparece
una historicidad profunda, que aísla y define en su coherencia propia.
Entre los personajes
de “La tempestad”, se encuentran expresiones que refieren a las distintas
épocas. Próspero, el protagonista de la obra, aparece como un sujeto de la
modernidad, por priorizar sus estudios, poseer conocimientos, ser un ser
racional, da discursos aceptados por el público, generando una mirada conquistadora
hegemónica. A su vez, tanto en Próspero como en Ariel (espíritu), podríamos
situarlos en la época medieval, por su relación con la magia, sus hechizos y
poderes, en relación a esta teoría cito: “Sin
duda, muchos lectores del siglo XVI se fascinaron con especulaciones teóricas,
algunas de las cuales tenían ecos de neoplatonismo o de <<magia
natural>>”[2].
La magia aparece como factor fundamental en la isla, aparece como algo
sobrenatural. Próspero con sus trucos y la música cautivadora de Ariel, controla
todo lo que sucede en la isla, y gracias a esto ejerce su poder. Sin embargo,
al final de la obra, Próspero renuncia a sus poderes mágicos, al haber
recuperado el ducado que le robaron. En
base a su renuncia de poder, aparece la reivindicación, en la que el autor de
la obra le concede al personaje la posibilidad de que exprese su monólogo y dé
sus argumentos. Esta expresión de argumentos, es un pensamiento moderno y
mediante la razón, explica el por qué de sus actos.
“La tempestad” de
Shakespeare fue escrita en los comienzos de la colonización británica de
Norteamérica, este tema, es un constante en la obra. Dentro del texto, Calibán
podría tomarse como el americano colonizado y esclavizado, privado de sus
tierras, portavoz de los pueblos colonizados que se rebelan ante sus
colonizadores. En este caso, su colonizador es Próspero, es entre otras cosas,
quien le enseña una nueva lengua: “Próspero-
¡Esclavo aborrecido, que nunca abrigarás un buen sentimiento, siendo inclinado
a todo mal! Tengo compasión de ti. Me tomé la molestia de que supieras hablar.
A cada instante te he enseñado una cosa u otra. Cuando tú, hecho un salvaje,
ignorando tu propia significación, balbucías como un bruto, doté tu pensamiento
de palabras que lo dieran a conocer. Pero, aunque aprendieses, la bajeza de tu
origen te impediría tratarte con las naturalezas puras. (…)”[3]. Se puede
encontrar en el personaje de Calibán, la ambigüedad, ya que provoca distintas
reacciones en el público dependiendo de la época en que se interprete. En ese
entonces, era normal que los ingleses vieran a los indios americanos como
salvajes primitivos, y es Shakespeare quien lo presenta en la obra como un
monstruo, grosero, contrastando su imagen con la presencia de otros personajes
como los rasgos nobles de Próspero, los encantos de Miranda, y la forma etérea
de Ariel. Calibán intenta legitimar sus argumentos por medio de la razón, este
pensamiento es moderno.
En toda la obra hay
discurso hegemónico y a su vez contradictorio, generando ambigüedad. Los personajes
son víctimas y victimarios, se someten y se rebelan, manteniendo una constante
tensión. Todos los personajes de la obra
presentan características de la época clásica y de la época moderna,
desarrollados anteriormente, en particular en los casos de Próspero y Calibán.
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